¿UNA REVOLUCIÓN ESPIRITUAL NODUAL? PELIGROS Y PRECISIONES

campanasDesde hace tiempo vengo señalando con preocupación cómo se está difundiendo un discurso que se denomina nodual (que creo habría que denominar pseudonodual) y que en realidad es un discurso espiritualista monista que puede llevar al narcisismo espiritual.

 

No pretendo decir qué tipo de experiencia interior puede tener quien va difundiendo esos discursos pseudonodualistas, pues me parece que juzgar la experiencia personal de alguien es un juicio temerario; la persona no puede ser juzgada, lo que señalo es lo inadecuado de las expresiones utilizadas en estos discursos y las consecuencias, ni éticas ni equilibradas, a las que puede llevar creer cosas que, en resumen, vienen a decir: «solo existe la conciencia», «todo es uno», «el otro no existe», «el mundo es una ilusión», «el yo no existe», «la libertad personal no existe», «la mente no puede captar la verdad», «la religión es siempre dual», «lo que crees, lo creas», «lo que viene, conviene», etc…

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Cristianía: Una Mística Monástica para tod@s (Una Espiritualidad no-dual de la sencillez, el amor y el servicio)

La antigua sabiduría monástica tiene mucho que decir a las mujeres y hombres de hoy. ¿Por qué? Porque el monacato más que una realidad institucional (hoy en día marginal) es una realidad existencial, un arquetipo presente en toda persona. En todo ser humano se da un deseo de unificación o simplificación en torno a un centro, esta búsqueda sería la esencia del arquetipo monástico.

 

Monje es una palabra que proviene del griego y hacer referencia a mónos (Uno). Monje es, por tanto, toda aquella persona que busca la unificación como fin fundamental en su vida. No es necesario que esté en una institución que se denomine monástica, pues lo monástico supera las instituciones, por muy valiosas que éstas puedan ser. No son necesarios tampoco unos compromisos determinados, pues estos pueden ser muy variados (en las diversas culturas encontramos una gran diversidad de modos de vivir el monacato, hay monjes casados y solteros, contemplativos y centrados en la acción, eremitas o cenobitas, separados de la sociedad o en medio de ella…).

 

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LA MODA DE LA NODUALIDAD. ¿NOVEDAD O SÍNTOMA DE ENFERMEDAD ESPIRITUAL?

manos orando
Nos decía hace unos meses el jesuita Xavier Melloni, en un taller de espiritualidad celebrado en Madrid, bajo los auspicios de “Más que silencio”, que ya llevamos unos 15 años en los que se está divulgando entre las personas interesadas por la espiritualidad (yo añadiría que, en especial, entre las más vinculadas con los ambientes progresistas de la Iglesia) la noción de la nodualidad. Noción que parece ser nos anuncia una nueva era de la humanidad.

 

La nodualidad dice el mismo Melloni, en su charla sobre Maharshi, dada en Biblioteca de Navarra el 16 de abril del 2018, no es otra cosa que lo que el cristianismo llama mística. Ahora bien, explicada bajo el discurso del vedanta advaita, una corriente espiritual del hinduismo, cuyo principal representante es Shankara (s. VIII- IX) que explica la mística en términos de nodualidad, es decir, una experiencia en la que no hay separación entre atma (persona) y Braman (absoluto) pero tampoco hay fusión, por eso se describe como nodual.

 

De esta experiencia se deriva la conciencia de que todo es relación, unidad en la pluralidad, sin que ninguno de los dos términos (uno y plural) se puedan unificar ni separar. La Trinidad sería el misterio cristiano que haría alusión a esta experiencia, siendo el equivalente análogo al término hindú: Sat- cit- ananda (Ser, conciencia y gozo).

 

Esta escuela de nodualidad de Shankara da preferencia a un lenguaje monista frente a un lenguaje relacional, por eso, critica el orar a Dios como si él fuera un tú y la persona fuera un yo, y prefiere emplear un lenguaje no relacional (por ejemplo decir “Yo soy” expresaría mejor la nodualidad para esta visión, que decir soy hijo de Dios, pues ahí habría relación). Se trata de recordar y vivir que en lo profundo Dios y tú sois uno y algunos temen que si lo expresas de modo relacional caigas en el dualismo.

 

Ahora bien, el lenguaje monista evidentemente sigue siendo un lenguaje dualista, no un lenguaje nodual (pues falta la referencia a la pluralidad) pero algunos parece que creen que este lenguaje se identifica con la no dualidad (cosa sin sentido pues todos los lenguajes son duales) y creen que el lenguaje relacional es dualista, por eso, desconfían de las expresiones relacionales, pues dicen que la mente las entiende siempre como separación (Enrique Martínez Lozano tiene varias expresiones en este sentido). De este modo se considera que la experiencia espiritual ahora ha de expresarse con ese lenguaje monista, pero eso evidentemente no garantiza que detrás de ese lenguaje haya ninguna experiencia mística. Podemos desestimar el lenguaje relacional de las religiones y adoptar este nuevo lenguaje espiritual monista y nada garantiza que vivamos una experiencia nodual o mística.

 

Las religiones semíticas utilizan un lenguaje relacional y, por ello, algunos de los seguidores de esta nueva nodualidad creen que las religiones son dualistas siempre. De modo que, al final, esta insistencia en adoptar el lenguaje monista sirve en muchos casos para inducir a creer que las religiones de occidente son duales siempre y tienen que ser transcendidas o vividas en esta clave lingüística monista.

 

Una de las cosas menos clarificadas en esta nueva propuesta es diferenciar entre la experiencia no dual ( que se puede expresar de modo religioso o no, monista o relacional) y el modo como se expresa esa experiencia, pues la insistencia en identificar la experiencia solo con el lenguaje monista del vedanta advaita de Shankara, termina confundiendo la experiencia no dual con el lenguaje monista shankariano. Lo cierto es que uno puede cambiar a ese lenguaje y no tener ninguna experiencia nodual detrás.

 

Al final parece que el cambio de paradigma consiste en gran medida, en cambiar el lenguaje relacional por el monista. La consecuencia de eso suele ser sugerir o afirmar que las religiones están llamadas a desaparecer pues son duales. Se genera así una pretensión autoritaria en este discurso que es la que viene a decir que solo este modo monista de concebir la nodualidad es el verdadero o pleno. Pobre de ti si te expresas de modo relacional pues te dirán que al no usar su lenguaje monista no tienes la experiencia.

 

El maestro más popular de esta escuela shankariana en nuestros tiempos ha sido Ramana Maharshi, un verdadero místico que fascinó a muchos occidentales, que comenzaron a divulgar sus enseñanzas por Occidente, creyendo haberlas entendido . Lo característico del método espiritual de Maharshi era preguntarse ¿Quién soy yo? De ahí que ahora los que divulgan la nodualidad monista en Occidente crean que esta es la pregunta esencial a hacerse.

 

Cada mística tiene, sin embargo, su manera de avanzar hacia la nodualidad; en el caso judeocristiano esta pregunta sobre ¿quién soy yo? no tiene mucha importancia, pues lo importante es preguntarse de modo relacional, para evitar el egocentrismo: ¿Cuál es tu voluntad? Por ejemplo. El Occidental buscará conocerse para conocer a Dios y buscará en Dios descubrir quién es él; siempre hay un juego dialógico y relacional, al que la pregunta de Maharshi no se abre.

 

Este discurso, que, en definitiva, termina identificando su manera de concebir la nodualidad con la experiencia nodual, es lo que se nos anuncia como la revolución de nuestro tiempo: La revolución de la no-dualidad (dice Martínez Lozano) o el nuevo paradigma de la no-dualidad (dice Melloni).

 

La nodualidad evidentemente es una experiencia que se pierde en la noche de los tiempos, es la experiencia mística, sin embargo la moda de la nodualidad monista actual insiste en que ella es la novedad de la nuestra época, aunque en realidad la novedad finalmente parece que se reduce a insistir en que la mística se tiene que expresar según los modos del vedanta advaita hindú de tendencia monista, y en hacer creer que las religiones son dualistas siempre.

 

Por lo demás, en esta “nueva” corriente nodualista monista en realidad se detectan las viejas tendencias hegelianas de ciertos movimientos ideológicos de la modernidad. Hegel consideraba el Absoluto no como sustancia ya perfecta, sino como sujeto que se iba completando en el transcurrir de la historia, de ahí que la historia fuera un desarrollo evolutivo de la conciencia, cada vez más perfecta.

 

Esta visión evolucionista radical la encontramos en esta la moda de la nodualidad monista, pues creen que estamos en la nueva fase de la evolución y que esa nueva fase es la fase nodual (se confunde así la nodualidad, que en realidad transciende la evolución, con la mentalidad que estaría naciendo ahora -la que esta moda dice representar- a la que se denomina paradigma nodual o revolución nodual). Evidentemente la evolución expresa una verdad pero no todo se puede reducir a la evolución, hay dimensiones que la superan.

 

Se produce por tanto una caída historicista de la idea de no dualidad, que supera la evolución y la historia, para interpretarla de modo reduccionista como una fase de la evolución o un paradigma histórico; realidades que por definición son duales, por mucho que se autodenominen noduales y pretendan ser la única manera adecuada de expresar la nodualidad.

 

Este reducir una experiencia que transciende (sin separarse de ella) la historia a una mera nueva fase histórica es un sello característico de la enfermedad espiritual que nació en Occidente entre los seguidores de Joaquín de Fiore, que no entendieron a su maestro, y que se ha llamado el joaquinismo. Henri de Lubac ha estudiado bien esta enfermedad espiritual de Occidente y su herencia, en bastantes movimientos modernos. Joaquín de Fiore, monje del siglo XII, hablaba de la llegada de la Edad del Espíritu, su visión no era historicista ni evolucionista, la edad del Espíritu era un concepto arquetípico que superaba cualquier concreción histórica, pero ciertos seguidores se desviaron y lo interpretaron como una etapa histórica concreta en la que la religión debía ser transcendida para vivir una pura experiencia espiritual interior subjetiva. Se convirtieron en un movimiento autoritario que venía a negar el valor de otras visiones que no fueran la suya, como la visión religiosa.

 

 

Desde entonces muchos movimientos vienen identificando el tiempo en el que viven con la Edad del Espíritu y, en ocasiones, combatiendo toda otra expresión espiritual o ideológica que no lo vea como ellos. Esta enfermedad, aunque reclame la libertad espiritual, lleva implícita una tendencia muy autoritaria dentro de sí, pues termina considerando a las otras expresiones espirituales o ideológicas, fases superadas y por ello suprimibles. No favorece el pluralismo, el creer que el otro, en este caso el religioso o el laico racionalista, están en fases menos evolucionadas que tú mismo. Evidentemente hay niveles de conciencia, si bien, en un diálogo hay que abrirse a aprender de todos y debe darse argumentos a lo que uno expresa, por muy alto nivel de conciencia que uno crea tener.

 

Para el filósofo Borghesi, Hegel es la expresión más elaborada del joaquinismo. En la moda de la nodualidad monista se puede rastrear muchos de los temas hegelianos. Uno muy importante es la idea de Hegel de que lo “real es racional”. Esto viene a decir que lo que sucede ocurre porque es necesario que ocurra para seguir evolucionando. Melloni en su charla sobre Maharshi dice que el ateísmo era una etapa necesaria para alcanzar la nueva etapa de madurez espiritual. Parece seguir esta idea de que lo que ocurre en la historia al final es racional y necesario. Enrique Martínez lo dice en varios de sus libros: ”lo que viene, conviene”. Llevada a su extremo esta visión termina justificando cualquier horror en la historia.

 

Otro rasgo hegeliano de esta nueva moda se puede descubrir en su insistencia en que lo mental es siempre dual, pues se basa en la separación de objeto y sujeto. Conciben de modo reduccionista la mente con el modo dialéctico de pensar, basado en la oposición de tesis y antítesis para llegar a una síntesis. La dualidad es la base de ese pensar. Por eso se dice continuamente que la mente no puede conocer la nodualidad. Lo cierto es que la mente no solo funciona en modo dialéctico, también funciona en modo dialogal y relacional, en el que el conocer se da por participación a través del encuentro entre yo y tu, que resultan mutuamente transformados; es así como la mente participa a su modo de la nodualidad. La verdadera nodualidad, como abrazo integral, no podría excluir a la mente como esta moda afirma.

 

En la práctica, esta idea de desconfianza en lo mental se concreta en la insistencia en no juzgar; Melloni lo expresa en conferencias y entrevistas, con el peligro de que este mensaje favorezca el perder la capacidad crítica y la persona pueda ser manipulada. Algunos seguidores de Eckhardt Tolle han señalado que vivieron un estado de abotargamiento mental al pretender vivir en el presente todo el tiempo y no pensar. Si a esto añadimos la afirmación de Enrique Martínez Lozano de que no hay libertad personal solo eres libre si eres uno con la Conciencia Universal, entonces los peligros contra la autonomía de la persona, su racionalidad y su dignidad, los grandes logros de la modernidad sana, uno de cuyos orígenes es el cristianismo, son evidentes.

 

Por otro lado, podemos encontrar el otro rasgo típico del hegelianismo que viene a decir que “lo racional es real”, es decir, que el pensamiento es la realidad. Esta idea está presente en estas corrientes cuando se afirman cosas como que “lo que crees lo creas”. Melloni asentía a esta idea en su conferencia sobre Maharshi. Con esa creencia mágica se puede separar de la realidad a muchas personas, alienándolas.

 

Desde el punto de vista de la espiritualidad el peligro de esta moda sobre todo se situaría en que está haciendo que se confunda la experiencia nodual o mística verdadera y sana, con una pseudonodualidad, que es la que refleja el discurso de estas corrientes.

 

En el fondo el modo como concibe la no-dualidad, este discurso, es monista, o bien, se identifica la parte y el todo (la ola es el mar) o bien se relativiza la autonomía de la parte y sigue dándose primacía al todo (la ola es el mar y no todo el mar). Sigue sustentándose una visión piramidal en la que el Uno, o bien está arriba de la pirámide, o bien fagocita las partes, pues se llega a decir que no existen.

 

La auténtica visión no dual viene a afirmar que Dios es Relación, y que todo es relación, la realidad última es cosmoteándrica y los tres términos son igual y plenamente reales. Abhishiktananda (Henri Lesaux) criticaba la tendencia monista de los seguidores de Shankara. Ni el mundo ni el hombre son una ilusión, ni son simplemente olas del mar, son realidades tanto como el mar. Pues la realidad última no es el mar sino la relación de mar y olas.

 

Dice Melloni que la unicidad de la persona es efímera, negando entonces de facto la realidad de la persona, pues una realidad efímera no es tal realidad. Martínez Lozano afirma que si hay alteridad en la experiencia entonces hay dualidad, La alteridad no es lo mismo que la separación (este es un error de Martínez Lozano) como diría Zubiri, la alteridad es precisamente la condición de la realidad, algo es real si hay alteridad en él, por eso negar la alteridad es una manera de negar la realidad de lo que no es la Unidad. Alteridad no implica en absoluto separación. El otro separado en latín se expresa como alius y no como alter, que es el otro no separado de mi.

 

Por último, señalar a dónde quiere llevar toda esta moda. Tanto Melloni como Martínez Lozano vienen a sugerir que las religiones, tal y como están ahora, van a desaparecer. Una nueva espiritualidad transreligiosa debería ser la propia de este nuevo paradigma. Martínez Lozano lo expresa así en sus escritos. Melloni lo sugiere en sus charlas, más matizadamente que Martínez Lozano, pero dedicándole mucho más espacio a la transespiritualidad que a la interreligiosidad o a la postreligiosidad (laicidad), que son otras posibilidades que él ve de desarrollo del nuevo paradigma nodual.

 

Si esta moda se impone es de esperar que va a ser muy difícil distinguir la verdadera no dualidad o mística de lo que son “pseudonodualidades”. En las charlas que dan tanto Martínez Lozano como Melloni, se mezcla a Santa Teresa, Ibn Arabi, Hakuin, San Juan de la Cruz (místicos auténticos) con los nombres de conocidos neoadvaitas ( Tony Parson, Jeff Foster, Eckhardt Tolle, David Carse o Yolande Durán), corriente declarada como pseudoespiritual por los advaitas tradicionales.

 

Otro rasgo preocupante es la deriva autoritaria que se puede observar en algunos movimientos vinculados a esta moda de la nodualidad.  Conozco algunas Asociaciones para la meditación, que insisten en centrar todo, de manera reduccionista, en meditar y en el Silencio, son manejadas por líderes personalistas y autoritarios, que van dejando personas heridas por el camino. Como toda corriente hegeliana y joaquinita es autoritaria. Al renegar del personalismo y lo relacional, el cuidado y respeto a la persona se deteriora. El otro al fin y al cabo no es más que una efímera ola…

 

Es muy preocupante el descompromiso al que puede llevar una visión nodualista de tendencia monista; en estas visiones se tiende a poner el peso en meditar y estar en silencio y se pone poco énfasis en el amor efectivo, la compasión práctica frente al dolor de los otros, compasión vivida de modo personal, interpersonal y social. Si el otro queda reducido en su alteridad, también se rebaja la empatía y la compasión hacia su dolor, pues deja de ser tan real.

 

Si habéis aguantado el rollo hasta aquí enhorabuena y muchas gracias por la paciencia. Cierro diciendo que la mística o la verdadera nodualidad merecen indudablemente la pena.Os recomiento en ese sentido las enseñanzas de dos maestros españoles: Ana María Schlütter, monja católica y maestra zen y la enseñanza sobre la mística de Juan de Dios Martin Velasco.

Una Nueva Espiritualidad pluralista. Más allá del Nodualismo de Enrique Martínez Lozano y del antiteísmo de Spong y Lenaers.

Hoy en los grupos interesados en la espiritualidad, cercanos a las corrientes progresistas cristianas y postcristianas se habla mucho (se lleva mucho tiempo hablando en realidad) de la necesidad de una renovación, un cambio de paradigma en nuestra manera de vivir la dimensión espiritual.

 
Hay un gran malestar con la rigidez de la religión, malestar muy legítimo y que refleja el estado de enfermedad en que las instituciones religiosas se encuentran. La mística hoy está cada vez más velada en la institución religiosa, demasido ocupada en sostener su poder e influencia.

 
Hay también una disconformidad con las nuevas espiritualidades que la Nueva Era ha ido difundiendo, espiritualidades superficiales, descomprometidas y narcisistas en muchos casos, si bien, tengan también elementos aprovechables y valiosos si se asumen críticamente.

 
Entre las propuestas que están teniendo más éxito encuentro dos corrientes que podríamos sintetizar en la llamada corriente no-dualista y la corriente post- teísta. Como representantes de una y de otra podríamos citar a Enrique Martínez Lozano (últimamente acompañado de Xavier Melloni y Pablo D´ors en menor medida) como representante de la primera y a Roger Lenaers y John Shelby Spong como representantes de la segunda.

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Mística y compromiso como base del nuevo paradigma espiritual

Desde hace tiempo, en los ámbitos cristianos y postcristianos más progresistas se habla mucho de la necesidad de un nuevo paradigma espiritual y cultural. Esta inquietud es compartida por otros grupos de la sociedad interesados y comprometidos con la espiritualidad.
En estos ambientes es común hablar de que ese nuevo paradigma debe estar inspirado en la espiritualidad de la no-dualidad.

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Nueva espiritualidad monástica

Hace unos años se decía que monje es aquel que todos los días cuando se levanta se pregunta qué es un monje. El monacato es una búsqueda constante y a la vez una respuesta en cada época a esa búsqueda.

¿Qué se busca?

La unificación, la integración de toda la realidad, personal y colectiva, interior y exterior, histórica y suprahistórica. Una experiencia de comunión con el cosmos, el hombre y Dios.
Ser monje hoy es hacerse esa pregunta e intentar darle una respuesta con todo el ser y no sólo con la cabeza. Hoy en el monacato hay diferentes respuestas a la pregunta, y diferentes búsquedas.

Algunos de los monjes y monjas hoy se sienten insatisfechos con las respuestas recibidas de otros momentos históricos. Quizá Thomas Merton se ha convertido en el paradigma de estos monjes que plantean la necesidad de salir del aislamiento y de abrirse al mundo, sin fundirse con él, para poder transmitir la vida monástica en el nuevo contexto humano e histórico.

Desde fuera del monacato institucional también se reclama la necesidad histórica de la experiencia monástica, entendida como experiencia de comunión e integración de toda la realidad que somos, para dar respuesta a la encrucijada histórica en la que estamos y que ya no podemos resolver sólo desde la cabeza, la técnica, o el poder sino desde lo más profundo de nuestro ser, danto una respuesta desde el cuerpo, desde las emociones, desde la razón y desde la espiritualidad.

Raimon Panikkar ha reclamado el monacato como un arquetipo válido para todo ser humano y como modelo de la nueva experiencia que debe dar lugar a una manera de vivir unificados en medio del mundo caótico y fragmentado actual, sin caer en proyectos uniformadores y comprometiéndose con ese mundo. Experiencia que llama de nueva inocencia, de confianza en la realidad cuando no excluimos elementos de la misma sino que los integramos todos.
Hoy son muchos los monjes y monjes que plantean la necesidad de que el monacato se transforme sin perder sus raices, poniendo su centro más en ser lugar de encuentro, acogida, humanización en diálogo con el mundo que en modelos de separación y aislamiento del mundo de otro tiempo. Podemos recordar las últimas semanas monásticas cómo muchas intervenciones van en esta dirección: Juan Mªde la Torre, Cándida Saratxaga, Rosario Fernández Miranda, Enrique Mirones, Rosa Mª Piquer, etc…

La orden cisterciense de la estrecha observancia, ha dado pasos en esa dirección, la apertura de las hospederías como lugares de encuentro y acogida a todos, el compartir el carisma con los laicos, con la creación de fraternidades laicas cistercienses, la extensión del principio de subsidiaridad en las comunidades (democratización), el salir de modelos de comunidades de observancias a comunidades de valores y hoy a comunidades de personas valiosas (Bernado Olivera), la renovación de la liturgia, dejando el latin y renovando lentamente y con tensiones los textos litúrgicos que puedan hoy generar lecturas machistas o violentas, la salida de modelos patriarcales y logocéntricos a modelos relacionales y que intentan integrar en igualdad la percepción femenina del mundo, con expresión de todo ello a nivel estructual: reuniones mixtas de los capítulos generales con la petición de un capítulo general mixto con la posibilidad de una abadesa general, aprobada en el 2005, que por ahora la Santa sede ha frenado.

En medio de este proceso, algunos monjes intentamos ahora llevar el monacato cisterciense a las ciudades, a la sociedad, creando redes de personas y comunidades, redes de corazones, que sientan y siembren la inquietud de la búsqueda espiritual e intuyen que es la espiritualidad la respuesta a la encrucijada de nuestro mundo. Por ahora, es una experiencia joven iniciada en el año 2008 con diversas actuaciones.

El primer paso en la experiencia fue el compartir durante un año la vida monástica viviendo en un Hogar para transeúntes en Madrid y con posterioridad hemos pedido vivir fuera de la comunidad difundiendo el carisma cisterciense viviendo en medio de la sociedad y en diálogo y aprendizaje con la misma y con la comunidad monástica madre, Huerta.

LA EMERGENCIA DE LA LA ESPIRITUALIDAD PARA EL MUNDO.

La principal intuición que nos sustenta es la necesidad que la actual situación nos manifiesta de dar una respuesta desde la espiritualidad a la crisis y al cambio en el que estamos sumergidos.
Espiritualidad que deje atrás modelos dualistas (mentales) o monistas (uniformadores) que han generado la crisis, para vivirse desde modelos de acogida y encuentro, basados en una visión pluralista y relacional de la realidad.

Redescubrir la espiritualidad de la Amistad que está en la base de la mística cisterciense y del proceso que estamos viviendo, ya que la búsqueda ha nacido y prosigue en un diálogo amistoso entre monjes que hoy quieren vivir el monacato de un modo nuevo y tradicional y laicos y laicas que quieren participar de él y aportar su visión.

Nuestra intuición es que la espiritualidad hoy debe ser una espiritualidad integral e integradora. Integral porque debe abarcar e integrar todas las dimensiones del ser humano, que para la antropología cisterciense son cuatro: la corporal, la psicológica, la espiritual y la social. Estas cuatro dimensiones están representadas por los cuatro lados de los claustros cistercienses, correspondiendo cada lado a un aspecto y debiendo el monje recorrerlos todos a lo largo del día y de la vida. En nuestra vida secular se trataría de integrar todas estas dimensiones, sin excluir ninguna, viviéndolas en nuestro contexto cotidiano.

Integradora porque ha de vivirse desde el encuentro con otros, desde el diálogo con otras experiencias, ya que hoy la complejidad de nuestro mundo no nos permite que una única respuesta sea la solución a nuestros problemas. De ahí que hoy los monjes con estas inquietudes queramos abrirnos al encuentro con todas las otras experiencias de búsqueda de la unificación personal que están gestándose en el mundo: (Raimon Panikkar)

Movimientos sociales alternativos que buscan modelos más inclusivos e integradores, nuevas espiritualidades, movimientos culturales que intentar superar la fragmentación logocéntrica, patrial y egoica de nuestro mundo: feminismo, ecologismo, pacifismo, terapias alternativas corporales, emocionales, humanistas, las místicas orientales y de otros carismas cristianos católicos o no….

Esta orientación nos ha llevado a entrar en contacto con esos mundos y a releer nuestra propia tradición cisterciense con las aportaciones que estos puntos de vista nos dan.
Intentamos estar presentes en estos ámbitos donde se gesta la nueva espiritualidad, aprender de ellos, aportando también nuestra tradición. En concreto nos hemos introducido en el zen, en la terapias de diversas escuelas, participamos en encuentros ecuménicos con otras comunidades cristianas, nos hemos comprometido en el trabajo con los transeúntes colaborando con la Asociación Jesús Caminante, apoyamos iniciativas sociales y eclesiales que intentan presentar alternativas a los modelos fragmentadores o uniformadores actuales: neoliberalismo, globalización, modelos uniformadores restauracionistas o modernistas eclesiales…

Difundimos a través de Talleres de espiritualidad un camino para vivir la espiritualidad monástica hoy de un modo nuevo y tradicional, uniendo a la metodología zen y la mística cisterciense, dando instrumentos y mapas para que los que sienten la necesidad de la unificación mediante la integración puedan ir dando su propias respuestas; no se trata de dar respuestas hechas sino de propiciar que cada uno aporte su experiencia y compartir juntos esta experiencia en grados de compromiso diversos y plurales.

La respuesta no es algo puramente subjetivo e interno, intentamos que sea con todo el ser y abarque todas las dimensiones de los que participamos: el compromiso ético y social, el compromiso comunitario además del compromiso con el propio camino y el propio ser.
El objetivo final es que los talleres culminen en la creación de comunidades, redes y personas comprometidas con la espiritualidad y con el mundo.

LA UTOPÍA QUE NOS MUEVE: LA CONVERGENCIA DEL MUNDO Y LA ESPIRITUALIDAD

La utopía que nos mueve es la encarnación de un nuevo estilo de monacato, abierto, plural, no exclusivo de los religiosos, que se revela como arquetipo presente en todo hombre y toda mujer y que puede hoy ser paradigma de la respuesta integradora que la complejidad de nuestro mundo busca.

Pensamos que los monasterios hoy deben ser lugares de encuentro y acogida, abiertos a todos los buscadores, a todos los dañados por la situación de complejidad y dolor del mundo que vivimos, buscadores que sólo encontrándose y abriéndose unos a otros podrán dar respuesta al enorme Koan que es la situación actual.

Y además, el monacato hoy debe descubrirse como un camino y una respuesta más allá del ámbito de las instituciones monásticas, necesitamos monjes laicos, redescubrir la dimensión monástica que todos tenemos, formándose estos buscadores en comunión con el monacato tradicional (el monacato es una experiencia que se transmite de unos a otros , no podemos cortar con las raíces) pero fuera de los límites de los claustros tradicionales; personas, colectivos que sean claustros vivientes, es decir, integrados e integradores, creadores de comunión y de espacios de acogida en el que todos podamos dar respuesta al koan que el mundo y nuestra vida nos presentan.

El monacato no es sólo una búsqueda y una pregunta que necesita ser respondida (¿Cómo lograr la integración de todo mi ser y de mi ser en toda la realidad hoy? ) sino que también es en sí mismo una respuesta: la apertura a Dios, al cosmos, al otro y a mí mismo; el camino de integración que recorremos para responder a ese koan es en sí mismo la respuesta, respuesta que no es otra que la experiencia mística de todos los tiempos y que hoy debemos vivir cada uno desde su peculiar situación y naturaleza.

Y es que hoy ya no valen respuestas en solitario, separados y aislados unos de otros vamos al desastre, hoy todos tenemos que dar nuestra respuesta. El monacato hoy también necesita la respuesta que los demás le den, necesita de todos para cumplir su función integradora. Les invito a descubrir que hoy el monacato es una dimensión de todos, una necesidad para todos y un camino a construir entre todos.

de José Antonio Vázquez

extraído de: Espiritualidad Cisterciense

 

El Proyecto de Cristianía

Cristianía es el nombre que Raimon Panikkar da a la experiencia mística cristiana, que está en el origen de la religión y  de la cultura laica de Occidente, integrándolas a ambas.

En sus orígenes, el monacato cristiano, un movimiento espiritual laico, que integraba lo religioso y lo secular en su perspectiva, sirvió de vehículo principal a la Cristianía.

Posteriormente, el monacato institucional fue decayendo,  una parte de la mística fue perseguida por la propia religión y  parte de sus herederos se convertirieron en enemigos de lo religioso, convirtiéndose algun@s también en padres y madres de la laicidad occidental.

La cristianía no es monopolio de la religión, pues una parte de esa experiencia mística se separó de la religión y se convirtió en una de las corrientes que fundaron la laicidad occidental moderna. Tampoco es monopolio de la laicidad pues ésta terminó rechazando toda espiritualidad.

En la verdadera experiencia de la Cristianía se integran la laicidad y la religión, sin fusionarse y sin rechazarse, de un modo no dual, que las transforma a ambas mediante un reencuentro mutuo, enriquecedor y respetuoso.

Cristianía, como proyecto, nace de esta experiencia de superación del conflicto entre laicidad y religión, y propone un camino de práctica espiritual integral que contenga instrumentos para promover, tanto la madurez humana como la espiritual,  en la sociedad, los grupos y las personas:

  • Con una perspectiva inclusiva, respetuosa tanto de la cultura y la espiritualidad  religiosa como de la secular.
  • Anclado en la tradición y sabiduría monástica cristiana (la vieja cristianía), abierta a tod@s.
  • Heredero de los valores del humanismo laico (la nueva cristianía).
  •  Primando el diálogo y  la vivencia intercultural, interreligiosa e interespiritual.
  • Centrado en el cuidado de la persona en su relación con ella misma, con los demás, con el Misterio y la naturaleza.
  • Basado en el autoconocimiento humilde.
  • La meditación amorosa contemplativa.
  • La escucha activa.
  • Y el compromiso ético, ecológico y social.
 cristiania

La Experiencia Espiritual, motor de toda transformación auténtica.

La Experiencia Espiritual, decía Thomas Merton,  es lo único que verdaderamente puede cambiar a una persona, a un colectivo, unas estructuras, a una nación e incluso a toda la Humanidad… La clave para el cambio humanizador es, pues, ayudar a los seres humanos a abrirse a esa experiencia… y así unirse a la “danza general” que es la realidad.

Solo desde la “mente” ningún cambio será real. Seguir leyendo «La Experiencia Espiritual, motor de toda transformación auténtica.»